¿Hasta qué punto es legítimo agobiar al lector con esa infinidad de notas a pie? ¿No hay, acaso, mejores soluciones que hagan más fluida la lectura?
Es la pregunta que se hace y nos hace José Aníbal Campos en su artículo «Acné en la página impresa» publicado el 24 de febrero de 2015 en la revista de traducción El Trujamán, del Centro Virtual Cervantes. En él nos narra su exasperación al contar el número de notas incluidas a la altura de la página 355 del libro que está leyendo —un total de 385 notas— y cómo decide abandonar la lectura, extenuado.
Unas semanas más tarde leí otro interesante artículo en el blog de Mariana Eguaras titulado: «En un libro: ¿notas al pie de página o al final?». En él retoma una discusión tuitera entre lectores que pedían a los editores que no incluyesen las notas al final del libro y defensores de la forma de inclusión en función del tipo de texto.
En general, las ediciones anotadas son ensayos, textos académicos o de investigación. La inclusión como notas al pie o al final depende de su extensión, de su cantidad o de si se trata de referencias bibliográficas: estos son algunos de los aspectos a considerar para conseguir la mejor experiencia lectora. Aunque también existen ediciones anotadas de narrativa: los textos anotados de clásicos literarios de Cátedra son quizá el mejor ejemplo.
Y frente a los detractores de los eBooks y a los que se frotan las manos, contentos, con el supuesto fracaso de la edición electrónica en España (os recomiendo leer este divertido e ilustrativo artículo en el blog Antinomias libro de Manuel Gil al respecto), nos encontramos aquí con otra de las ventajas del mundo digital. Mariana Eguaras, en el artículo mencionado, ya explica cómo estas diferencias entre las notas al pie y las notas al final se diluyen en el libro electrónico, en el que no existen páginas como tal.
El tratamiento de las notas como hipertexto en la edición digital permite que sean menos invasivas en la lectura y en este sentido trabajamos en 2709 books con nuestros glosarios, ese «Breve vocabulario para entender mejor la historia» que incluimos en nuestros eBooks. Nuestras soluciones para ofrecer una experiencia de lectura cómoda pero enriquecida son:
- no incluir número u otro tipo de referencia, como asteriscos, en la palabra en el texto que incluye una nota: de esta manera, la lectura lineal se interrumpe menos,
- incluir el enlace a la nota únicamente la primera vez que aparece la palabra en el texto,
- ordenar el glosario alfabéticamente, de manera que la consulta por separado sea también más cómoda. Esta ordenación alfabética no afecta a la consulta durante la lectura ya que el enlace en el texto redirige a su nota, con independencia de si está al principio o al final del glosario.
Existen muchos dispositivos de lectura diferentes y además, en el caso de las tabletas y los móviles, muchas aplicaciones de lectura. Es importante que la persona que está leyendo conozca su dispositivo y la aplicación utilizada para que la experiencia de lectura sea cómoda. En general, en las tabletas y en los móviles basta con tocar con el dedo la palabra con enlace para acudir a la nota y volver al texto. En los dispositivos que no son táctiles, los botones permiten una navegación igualmente cómoda.
Más allá, está la propia filosofía de incluir este pequeño vocabulario en nuestros eBooks de narrativa.
En ocasiones, son un complemento a la traducción o una explicación cuando esta no se da porque se ha llegado a un acuerdo traductor-editor de no traducir un término que no tiene equivalencia en la lengua meta y que se desea mantener en lengua de origen para poner en valor la diversidad cultural y lingüística. Es probable que los lectores habituales de letras africanas sepan qué es un pagne o un maquis, pero uno de nuestros objetivos en la difusión de las letras africanas es abrir un continente a un público que se asoma por primera vez a estos países. Las teorías de traducción sobre cómo enfrentarse a estos términos son varias y las soluciones (y riesgos asociados) las abordaremos en otro momento. Otras veces, son una invitación a viajar por Abiyán y sus barrios (Abobo, Cocody, Deux-Plateux…) o a conocer otras gastronomías (foutou o koutoukou). En definitiva, reflejos de modos de vida que nos permiten asomarnos a otras culturas y geografías, a otras historias que, siendo africanas, forman parte igualmente de la literatura universal.
Termino con una recomendación de lectura: Vengeance du traducteur, de Brice Matthieussent, editada por P.O.L. Se trata de una divertida aventura y reflexión sobre el trabajo de traducción literaria que nos cuenta cómo un traductor francés multiplica las notas al pie en una novela americana que está traduciendo. Incluso hace propuestas de modificación de la trama al autor. Y otras sorpresas en la edición que no os desvelo.
Felices lecturas.