El árbol de las palabras

Autora invitada: Alejandra Guarinos Viñals (*)

Seguro que este nombre tan sugerente —al menos para los que estamos vinculados a las letras— ya es conocido por algunos seguidores y amantes de la cultura africana. Hasta donde yo sé, este árbol tan especial solo existe en el África negra. Muchas aldeas africanas poseen uno, es el lugar de encuentro para los miembros de la comunidad y un centro de reunión para mantener los vínculos sociales.

Por lo general, el árbol de las palabras suele ser un ejemplar de gran envergadura, de quince a veinticinco metros de altura, con grandes copas. Lo ideal es que sea de hoja perenne para que dé sombra todo el año y algo de frescor en verano. No existe ninguna especie en concreto que posea este título en exclusiva, el mango, el karité o el baobab son algunos de los agraciados con esta preciosa distinción.

Bajo estos gigantes se regula la vida cotidiana de la comunidad con el fin de garantizar el orden y la cohesión social. Conflictos territoriales, rencillas entre vecinos, cosechas, epidemias, sequías, cualquier tema que afecte a los vecinos se trata en estas asambleas. En ellas participan todos los miembros de la aldea: cualquiera puede opinar y discutir. Por las noches, el árbol se convierte en una escuela de la vida. Es el momento en que grandes y pequeños se apiñan para escuchar a los más ancianos, los encargados de transmitir la sabiduría popular a través de cuentos y narraciones.

En el África francófona, al árbol de las palabras se le llama arbre à palabres. Traduciendo el desternillante relato de Venance Konan, El entierro de mi tío, me encontré en varias ocasiones con el término palabre, un vocablo muy poco corriente en el francés del Hexágono, pero muy utilizado en el continente africano. Curiosamente, la procedencia etimológica de palabre es española y se remonta a los tiempos en que los africanos comerciaron con los españoles antes de empezar a hacerlo con los franceses. El sustantivo se utiliza en el África subsahariana para hacer referencia a una asamblea donde se discuten asuntos pendientes y se toman decisiones importantes. Una segunda acepción alude a una discusión larga y complicada para conseguir un resultado o, simplemente, para pasar el rato. En Costa de Marfil en particular, este término es sinónimo de disputa, y así queda patente en el relato mencionado.

Ese maravilloso espécimen es un punto de encuentro donde los miembros de una aldea resuelven sus conflictos, plantean sus preocupaciones y divulgan su acervo cultural. ¿No es motivo de satisfacción que los españoles hayan dejado ese pequeño legado léxico en algo tan simbólico e importante para la vida comunitaria de una buena parte del continente africano? Sobre todo sabiendo que el término palabre alude al que es considerado como uno de los sistemas democráticos más antiguos del mundo. Nuestro vocablo «palabra» palidece entonces ante la dimensión que toma el término africano. En la siguiente entrega entenderéis por qué…

(*) Alejandra Guarinos Viñals es la traductora al español de la obra de Venance Konan. En estos momentos trabaja en la novela de Fatou Keïta Et l’aube se leva. Con esta colaboración continuamos la serie «Traduciendo África(s)» que, en tono desenfadado, nos permitirá acercanos a las culturas africanas tomando como base sus traducciones publicadas en 2709 books y noticias de actualidad.

1 comentario en “El árbol de las palabras”

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