Bibliodiversidad, edición digital y lectores

Ya hemos hablado en este blog de lenguas y diversidad cultural, así como del importante papel que juegan los traductores literarios en la transmisión de las culturas diversas.

Existe un término específico para referirse a la diversidad cultural aplicada al mundo del libro, la bibliodiversidad, y su invención puede atribuirse al colectivo de Editores Independientes de Chile a finales de los 90. La palabra juega con el concepto de biodiversidad y se introduce en el terreno de la producción editorial. Como bien explica la Alianza Internacional de Editores Independientes, «en la actualidad, la bibliodiversidad está amenazada por la sobreproducción y la concentración financiera del mundo de la edición, que favorecen la dominación de algunos grandes grupos editoriales y la búsqueda de la más alta rentabilidad».

El papel de los editores independientes como defensores de la bibliodiversidad es importante y, pese a la concentración editorial y a las modas, creo que la edición digital está permitiendo la existencia de proyectos que nos acercan letras poco conocidas en español. Uno de los que he descubierto últimamente es Chidori Books, editorial digital especializada en cultura nipona cuyas publicaciones, y maravillosas cubiertas, os animo a conocer.

Sin embargo, el papel de los lectores, de los que apenas se habla, es crucial. ¿Qué sentido tiene apostar por la bibliodiversidad si no conseguimos llegar a los lectores? Más allá, ¿qué sentido tiene publicar libros que no interesan? ¿Existen libros que no interesan? ¿O existen modas que hacen que interesen ciertos libros?

Mi respuesta es que un poco de todo hay. Una labor importante está en manos del editor y de su trabajo de comunicación para llegar al gran público, lo que no siempre es fácil cuando se publica únicamente en digital y cuando los recursos económicos son limitados. Además, está la labor de las instituciones públicas culturales y sus planes de fomento de la lectura (con poco éxito, ¿pocas actividades?, en España). Más allá, está el propio lector, en el que yo confío y al que animo a leer otras historias. El lector es una pieza fundamental de la bibliodiversidad: sin él, autores, traductores y editores no tenemos sentido. Creo que si conseguimos provocar al lector, transmitirle que como lector-ciudadano es un actor fundamental de la cultura y del pensamiento diverso, la bibliodiversidad habrá dado un gran paso. Y estará permitiendo que pequeños proyectos que apoyan la diversidad sean rentables a medio y largo plazo, crezcan y sigan dando voz a otros autores.

En estos enlaces encontraréis información interesante sobre la bibliodiversidad: la Declaración Internacional de Editores Independientes de 2014 y la web del Día Internacional de la Bibliodiversidad, que se celebra desde el año 2010 cada 21 de septiembre.

¡Felices lecturas! ¡Larga vida a los lectores!

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