La nuez de cola

Autora invitada: Alejandra Guarinos Viñals (*)

Al igual que en Occidente agasajamos a nuestros invitados con un aromático café o una humeante taza de té, en muchos países africanos no hay bienvenida que se precie sin nueces de cola, una antigua tradición que todavía persiste. Además de ser símbolo de hospitalidad, este producto se consume a diario por sus múltiples propiedades medicinales. En los mercadillos y puestos ambulantes de África Occidental y Central están siempre presentes. La nuez de cola, o cola, es un alimento emblemático en numerosas culturas africanas, pero su fama va mucho más allá gracias a un archiconocido refresco al que da nombre. Hoy se sabe que la cola fue uno de los ingredientes de la fórmula secreta inicial.

La nuez de cola es el fruto de la especie Cola acuminata, árboles de la familia malvácea que crecen principalmente en países tropicales. Costa de Marfil es el primer productor del mundo de cola, sin embargo es Malí el primer consumidor. La nuez de cola se asimila a nuestra castaña en la forma, pero su color y su tacto difieren: tiene una tonalidad rosácea o blanquecina y es lisa. Su precio varía según el tamaño (mide entre dos y tres centímetros): a mayor tamaño, más cara.  La más codiciada es la «gran cola», frente a la «pequeña cola», de menor valor.

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A pesar de su gusto amargo, los africanos adultos las consumen con fruición, como si fueran golosinas. Suelen comerlas crudas, sin cocinar, para matar el hambre y por sus múltiples efectos medicinales. Su contenido en cafeína produce un efecto estimulante en el sistema nervioso central, pero al ser liberada de forma más suave que el café consigue que la excitación se alargue más en el tiempo. Esta propiedad también se aplica al cerebro, confiriéndole una mayor agilidad mental. Además, su ingesta ayuda a aumentar la fuerza muscular y reduce la fatiga durante el ejercicio físico. Sin embargo, no es nada de esto lo que destacan los vendedores de cola para dar salida a su mercancía, su reclamo está más enfocado a otro tipo de actividad a la que pocos pueden resistirse: el sexo. Por lo visto, sus propiedades afrodisíacas son notables.

Pero al margen de todas estas aportaciones terapéuticas, las nueces de cola esconden un gran simbolismo en algunas zonas de África. Por un lado, representan la hermandad, la hospitalidad y la confraternización. Por ello, suelen servirse para dar la bienvenida al visitante como demostración de respeto y acogida. No suelen faltar nunca en  acontecimientos sociales y religiosos: se ofrecen para anunciar el bautizo de un hijo, para honrar a un difunto o para sellar un matrimonio. En el relato de próxima publicación de Venance Konan, El millonario, se mencionan aludiendo a esta última situación. Y por otro lado, encierran un aspecto algo más oscuro relacionado con tradiciones ancestrales fuertemente arraigadas en algunas zonas de África. Aún hoy, los hechiceros o curanderos las utilizan en sus ritos como ofrenda a los espíritus para conjurar el mal o invocar la buena suerte.

En la actualidad, el valor y la simbología de la nuez de cola en algunas sociedades africanas son relevantes. En muchas ocasiones, se entregan y se reciben como si de un preciado regalo se tratara; muestra de ello es su continua presencia en ceremonias vinculadas a actos sociales relacionados con la demostración de respeto y amistad. Ligado a este hecho me viene a la mente que ese refresco, el de «la chispa de la vida», se ha publicitado siempre vinculado a momentos de disfrute en buena compañía. ¿Es pura casualidad o viajó también la tradición africana de la cola allende el continente?

(*) Alejandra Guarinos Viñals es la traductora al español de la obra de Venance Konan. En breve se publicará la última novela que ha traducido, Amanecía, de la escritora marfileña Fatou Keïta. Con esta colaboración continuamos la serie «Traduciendo África(s)» que, en tono desenfadado, nos permitirá acercanos a las culturas africanas tomando como base sus traducciones publicadas en 2709 books y noticias de actualidad.

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