El Caimán de Kaduna, de Francisco Zamora Loboch

Publicado en Fútbol club de lectura el 19.10.2017. Autor: Alfonso Morillas.

«Nunca, jamás, he visto un caimán, y tampoco nací en Kaduna, pero aquí todo el mundo me conoce como el Caimán de Kaduna».

De esta forma tan (aparentemente) poco «futbolera» comienza El Caimán de Kaduna, una original novela escrita por Francisco Zamora Loboch y publicada por la editorial 2709 books en el 2012. Si bien todo el mundo sabe qué es un caimán, seguramente no todo el mundo conoce donde se encuentra Kaduna. Yo, al menos, lo desconocía, hasta que he descubierto (nunca te acostarás sin aprender algo nuevo) que se trata de una ciudad situada en la zona septentrional de Nigeria, capital del estado del mismo nombre, y en la que la industria textil, la automovilística y las refinerías de petróleo son las principales actividades económicas.

Pero Kaduna es algo más. Y seguramente los fans de Iker Casillas saben perfectamente a qué hace referencia la combinación de las palabras caimán y Kaduna, puesto que el Caimán de Kaduna fue el sobrenombre que se puso al portero tras su participación en el Mundial Sub-21, celebrado en 1999 justamente en aquella ciudad nigeriana. Y ahora, El Caimán de Kaduna es también esta recomendable novela en la que, evidentemente, sobrevuela la figura de quien llegó a ser considerado mejor portero del mundo.

En la sinopsis leemos:

«Un joven africano, que llega a España con el sueño de convertirse en jugador de un gran equipo de fútbol, termina en la cárcel por un asunto de drogas. Desde allí, entre partidos para matar el tedio y el peculiar encargo de escribir una biografía de su ídolo, Iker Casillas, narra su viaje, sus ilusiones y sus decepciones.

Una historia de fútbol y literatura, mezcla de ficción y realidad, que homenajea a grandes futbolistas mientras mete el dedo en la llaga de la emigración, el racismo y las mafias organizadas alrededor de algunos jugadores africanos.»

La primera frase nos introduce ya en el tono general de la novela. Un narrador, encerrado en una prisión con un variado y curioso catálogo de peligrosos malhechores, habla, cuenta, narra. Allí, privado de libertad, el principal enemigo no será la seguridad personal en un entorno con tantos delincuentes peligrosos, sino algo mucho más etéreo e inaprensible pero cuyos efectos, sin embargo, son demoledores: el tedio.

En ese escenario, además de los partidos de fútbol que se disputan en el patio, la palabra se convierte en la única vía de evasión posible. Las conversaciones y los diálogos van fluyendo hasta llegar a uno de los puntos centrales de la historia: la existencia de un misterioso grupo denominado La Fábrica Blanca que se dedica, en exclusiva, a la creación literaria.

Integrado por presidiarios, su misión es la de escribir textos por encargo, de todas las temáticas imaginables, que luego serán publicados en el exterior bajo la firma de reconocidos autores. Haciendo un juego de palabras, se podría decir que La Fábrica Blanca es una auténtica factoría de negros.

«Estás rodeado de auténticos fabuladores, das una patada en la tercera galería y saltan cien historias a cual más original, nada que ver con la vida real de esos cientos de chupatintas que acuden en masa a los concursos literarios en busca de gloria.»

En este punto la intervención del narrador será clave, puesto que recibirá el encargo de escribir una biografía de Iker Casillas. Para ello deberá salvar un importante obstáculo, como es el de la necesidad de documentarse y conocer todo cuanto sea posible acerca del portero. Será entonces cuando la novela se vaya componiendo a base de retazos e informaciones que el narrador irá recogiendo tras numerosas conversaciones con diferentes presos que, de un modo u otro, llegaron a estar vinculados a Casillas.

Es el caso, por ejemplo, de Fifirichi, un mexicano que consiguió dar el salto a Europa en su momento y cumplir el sueño de miles de jóvenes, llegando a aterrizar en las categorías del fútbol base del Real Madrid. Desgraciadamente, y como tan a menudo suele suceder, la corrupción existente en este tráfico de jugadores acabó por destrozar su posible carrera y hasta su vida.

«Entonces me explicó el maestro Ribas que no escondía misterio alguno y que únicamente se trataba de que yo, otro buen portero, escribiese algo así como la biografía de Iker.»

La historia de Fifirichi, que será una de las principales fuentes de información, en tanto que llegó a conocer los entresijos del Real Madrid de aquella época (aterrizó en la Ciudad Deportiva en 1990, el mismo año que Iker), es muy ilustrativo de lo que El Caimán de Kaduna ofrece.

Por un lado, el lector acaba sintiendo que forma parte de las conversaciones de la prisión, de los intercambios orales que se van sucediendo capítulo a capítulo, participando de una historia que avanza de manera muy dinámica, con abundancia de diálogos, lo que permite mantener un tono fresco y desenfadado. No falta el humor ni las referencias a elementos de la cultura africana.

Pero, al mismo tiempo, también encontramos una crítica a la industria en la que se han convertido algunos aspectos relacionados con el fútbol, como el citado tráfico de jóvenes a quienes se les promete un paraíso que puede acabar convertido en un infierno.

Aunque la novela se centra en la figura de Casillas y, de rebote, en el Real Madrid, será disfrutada por cualquier aficionado al fútbol. En el fondo, existe también un reconocimiento justamente a los apasionados de este deporte, sean del club que sean, en tanto que pueden verse representados en las opiniones, los conocimientos y las conversaciones que van componiendo el libro.

En el caso de los seguidores del club blanco les agradará especialmente, pues en la estructura de la trama se van intercalando diferentes aspectos sobre su historia, jugadores y porteros que han defendido su portería, entrenadores, evolución en las costumbres y otras cuestiones vinculadas a la entidad.

«Dice el refrán que la boca del viejo huele mal, pero cuenta buenas historias.»

«En aquellos momentos me habría gustado ponerme a contar historias, al calor de una buena hoguera, con el aliento a algas podridas de la boca de un viejo narrador.»

Vale la pena destacar que además de la vertiente futbolística de la historia, nos encontramos ante un homenaje al acto de narrar, a la oralidad y la palabra. El interés por la literatura late en todas las páginas, protagonizado por curiosos personajes como Fifirichi, Manolito el Rata, Primo Opare, don Santi, Felipe Neri, Bocha, Chon, el Mangas, Kokú, o Chicharito Evia, entre otros. O dicho de otro modo, traficantes de drogas, secuestradores, asesinos, violadores, atracadores o estafadores.

Y, pese a ello, entre los muros de aquella prisión brotan son numerosos los actos relacionados con la escritura: creación literaria en La Fábrica Blanca, ejemplos de poemas, la escritura de diarios por parte de uno de los responsables del fútbol base, por el propio Iker Casillas, e incluso por el súbdito de un rey, y hasta se cita la existencia de un curioso grupo dedicado a recuperar palabras y modismos locales en el pueblo del portero.

Narrar, escribir, contar. La novela, además de leerla se acaba escuchando, como si nos encontráramos sentados alrededor de un fuego, o en el mismo centro de la acción, participando de las conversaciones que allí se van sucediendo. Unas y otras, entretejidas, acaban componiendo la recomendable historia de El Caimán de Kaduna.

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