Publicado en Lecturafilia el 08.08.2017. Autora: Tensy Gesteira.
A veces me acerco a géneros que suponen todo un reto para mí como lectora. He seguido desde el principio el camino de la editorial 2709 books, especializada en literatura africana, que nos ha dado a conocer en español muchas propuestas que nos alejan de esa visión más tópica de África. Y es que está claro que a menudo tenemos una visión sesgada de los países africanos. Y basta ya, ¡no todo iban a ser lamentaciones!
Esta vez sigo de nuevo el consejo de un buen amigo y me aventuro a leer Afrofuturo(s), un compendio de cinco relatos a caballo entre el futurismo y la ciencia ficción escritos por autores/as africanos. Pero, como bien se expresa en el prólogo de Carlos Bajo Erro, «no se puede caer en la trampa de pensar que la ciencia ficción trata solo de máquinas futuristas porque las trayectorias culturales del continente africano son bien distintas». De hecho, los escritores/as que aparecen en este libro crean historias en las que se reflejan sus inquietudes como individuos y como personas pertenecientes a un país o, por extensión, un continente.
Algunos exploran el terreno más convencional, pero otros se atreven con temáticas que nos hacen reflexionar, como el de Zak Waweru, en el que el autor intuye un futuro en el que se experimenta con el control de la mente para arrebatar la voluntad y la independencia del ser humano. Y quizás no es tan futuro como podemos pensar, puede que ya se esté llevando a cabo… Un escalofrío me recorre la espalda solamente de pensarlo.
Entre esperanzador y desesperanzador encontramos lo que narra Ytasha L. Womack, en el que se habla de la posibilidad de resguardar los recuerdos y las vivencias en un servidor. Semejaría una buena solución para que las enfermedades demenciales como el Alzheimer no nos afectasen tanto. Aunque, la otra cara de la moneda es que redes sociales se tornan como un mecanismo demasiado controlador, algo sobre lo que se bromea en el cuento: «tengo asumido que soy una valla publicitaria andante y que mi ropa, calzado y sonrisa siempre están preparados para Instagram».
Esos son, a mi modo de ver, los mejores relatos de este compendio, pues tienen una fuerte conexión con nuestra realidad más inmediata y reflexionan sobre ella. Quizás buscando una solución. Quizás haciéndonos pensar y tomar conciencia. Y es que en ellos se cuestionan los avances tecnológicos y se abre una puerta para el pensamiento crítico.
Carlos Bajo Erro nos habla en su prólogo de que esta antología es «una especie de gran hotel, uno en el que no hace falta pasar por recepción para encontrar cobijo. Pero, sobre todo, uno lleno de puertas que llaman a ser abiertas y detrás de las cuales el lector se encontrará nuevos mundos que llaman a ser descubiertos».
Una literatura crítica también al consumismo, ideas que se expresan a la perfección en el relato «La última transmisión» de Ivor W. Hartmann, sobre todo cuando se nos dice: «Antes de nuestro brusco ocaso, éramos unos estúpidos y unos arrogantes. Derrochamos los recursos y expoliamos los suelos, los océanos y a nosotros mismos». Y también de protesta, expresando a continuación: «Al nacer éramos niños prostituidos, esclavizados por un sistema económico que el uno por ciento más insolidario de la población mundial controlaba».
Para reflexionar.