Publicado en Relatos en construcción el 19.05.2017. Autora: Patricia Millán.
Afrofuturo(s). Afrofuturismo. Un término complejo y extraño. ¿Qué sabemos realmente de la cultura africana? ¿Nos llega algo más que tópicos manidos? Rompiendo con los estereotipos, el afrofuturismo es una corriente artística y cultural que desde hace décadas reivindica una nueva identidad a través de la ciencia ficción y la fantasía histórica, no solo en la literatura, sino también en otras disciplinas artísticas como la escultura, la fotografía, la música o la pintura. Aunque su explosión tuvo lugar en los años noventa —el término se usó por primera vez en 1994 en el artículo «Black To The Future» de Mark Dery—, podemos encontrar las raíces de este movimiento a lo largo de todo el siglo XX. El afrofuturismo busca reivindicar la identidad africana, desde dentro y fuera de las fronteras del continente.
Un ejemplo de ello es Jalada, un colectivo de escritores panafricanos que tienen como objetivo publicar obras literarias de autores africanos de manera regular, rápida y efectiva, sirviéndose para ello de las facilidades que dan las nuevas tecnologías tanto en temas de edición como de difusión de la obra. El trabajo colectivo entre varios autores ha dado lugar a varias antologías: la primera, una serie de relatos en torno a la locura en enero de 2014; una segunda antología relacionada con el sexo en junio de 2014 y, en enero de 2015, una colección de poemas y relatos breves que giran en torno al afrofuturismo y la ciencia ficción africana. Si os interesa saber más sobre el colectivo, podéis leer este artículo.
Precisamente de esta última antología ha sido la base para el libro que hoy nos traemos entre manos: Afrofuturo(s), editado por 2709 books, una editorial muy centrada en la literatura africana y de la que ya se había reseñado aquí la novela El camino de la salvación de Aminata Maïga Ka. Afrofuturo(s) escoge cinco de las obras de la antología original y las traduce para ofrecernos una interesante visión del género de ciencia ficción desde el punto de vista africano. Aunque se trata de un género que puede parecer minoritario a primera vista, la ciencia ficción está experimentando un resurgir muy interesante en los últimos años, sobre todo gracias al cine —en los últimos meses La llegada tal vez sea una de las películas más relevantes— y a la pequeña pantalla —donde la serie Black mirror sería su gran exponente—. Es un género que va mucho más allá de los alienígenas o los viajes en el tiempo o en el espacio: la ciencia ficción más pura es una excusa para obligarnos a reflexionar sobre la evolución del ser humano y su comportamiento ante situaciones más o menos inverosímiles, pero que guardan siempre bajo la manga la amenaza de «esto podría llegar a suceder».
La elección de autores es interesante: Los cinco elegidos, Suleiman Agbonkhianmen Buhari, Sheree Renée Thomas, Ivor W. Hartmann, Zak Waweru e Ytasha L. Womack, representan a hombres y mujeres que residen en el continente africano o que escriben desde su residencia en Estados Unidos; algunos apenas han publicado y otros tienen una larga trayectoria en la literatura; unos tienen una carrera más centrada en la poesía o en el cine que en la prosa, pero todos se reúnen aquí para describir algunos de sus miedos frente al desarrollo de la humanidad.
Las cinco historias no pueden ser más dispares entre sí: desde el arte de una bailarina puesto al servicio de una industria que la esclaviza, hasta la confesión del último hombre sobre la tierra, un relato enraizado con los problemas medioambientales y el ocaso de los recursos naturales; los viajes en el tiempo gracias al descubrimiento de nuevos materiales abren la antología —tal vez el relato más flojo de los cinco, que van de menos a más— también tienen su hueco.
Magnífico por perturbador es el relato de Zak Waweru, un futuro en el que algunos hombres son desposeídos de su mente para transformarlos en meros cuerpos, autómatas de carne carentes de voluntad propia. Y cierra el ciclo una historia que no puede ser más actual: la posibilidad de volcar nuestra mente en un servidor informático donde los recuerdos, las emociones y las experiencias se guardarán para siempre.
Más allá de los temas principales tratados, el punto fuerte de esta antología es que introduce a través de los relatos cuestiones que no son ya cuestiones a futuro, sino que están presentes en los diarios, en las redes y en las conversaciones: desde la contaminación al sometimiento a las nuevas tecnologías, la importancia de la autoestima y el librepensamiento, la esclavitud de la industria del espectáculo, la mentira, la locura… son todos temas que surgen, que se implican y se mezclan con la historia principal y que dan pie a cavilaciones por parte del lector, que no puede permanecer al margen de la llamada del texto.
Lo más importante de Afrofuturo(s) es que no se trata de una obra de ciencia ficción africana, sino de una obra de ciencia ficción escrita por autores africanos; la diferencia es notable. No cabe despreciar ni etiquetar esta colección de relatos más que insertándolos dentro de un género junto con otros grandes autores porque, al igual que ellos, nos van a obligar a pensar sobre nuestras elecciones, nuestra forma de vida y la visión que podamos intuir en un mundo rodeado hasta la extenuación por la tecnología.