Los Catapila, esos ingratos

Publicado en El búho entre libros el 26.02.2020. Autor: Pedro Santos.

Los Catapila, esos ingratos es la segunda entrega de una trilogía que comenzó con Robert y los Catapila, que puede leerse de un modo independiente y va a llevarnos a Costa de Marfil en la primera década del 2000.

Robert y los Catapila es un relato que como si de un cuento se tratase, nos habla de cómo es el ser humano, de sus grandezas y de sus miserias.

Porque hay para empezar dos clases de hombres: los que trabajan y los que se han acostumbrado a no dar golpe. Catapila es de los que se matan trabajando para sacar adelante su familia, y de ahí el nombre que en el pueblo les dieron, porque Catapila no es un nombre propio:

«—¿Cómo es posible que un hombre trabaje así? —preguntó Robert. —Parecen Caterpillars —respondió alguien. A partir de ese día el amigo de Robert perdió su verdadero nombre, ya de por sí difícil de pronunciar. Se quedó con «Catapila», alteración de Caterpillar, y a su hermano se le llamó «Pequeño Catapila». Más tarde, cuando vinieron a instalarse con ellos más hombres y mujeres de su raza, los llamamos los Catapila». (Robert y los Catapila)

Lejos de considerarlo un insulto, adoptan el nombre porque muestra su manera de ser: duros, trabajadores e incansables:

«Los llamábamos así para reírnos de ellos pero ellos se sentían orgullosos de que los comparáramos con esas máquinas americanas que arrancaban árboles, enormes incluso, y aplanaban montañas». (Robert y los Catapila)

Os he traído esos fragmentos de la primera entrega de la trilogía para que sepáis de dónde viene ese curioso nombre de los Catapila. Si bien aquella novela era casi como una moderna versión del cuento de la cigarra y la hormiga en el que los Catapila eran tan importantes como Robert en el desarrollo de la historia, en Los Catapila, esos ingratos, pasan a un segundo plano, aunque siguen sirviendo de contraste entre dos maneras de ver la vida, como por ejemplo sus creencias que para Robert no pueden ser tomadas en cuenta:

«Uno no podía tomarse en serio una religión que prohibía beber alcohol».

Porque nada tiene que ver el pueblo de Robert, vago por naturaleza, con ese otro pueblo venido de fuera de las fronteras.

«Algunos jóvenes de nuestro pueblo intentaron reemplazar a los Catapila en sus actividades, pero cierto tiempo después las dejaron, eran agotadoras. La verdad es que eran trabajos propios de los Catapila».

Pero en Los Catapila, esos ingratos más que en ese contraste entre dos pueblos en el que la capacidad de trabajo del que viene de fuera y su consiguiente prosperidad termina generando conflictos con aquellos que prefieren vivir del cuento, la novela gira en torno al funcionamiento interno de la política en este país africano.

Todo ello a través de Robert que es elegido el presidente de los jóvenes del pueblo, por más que de joven no tenga ya casi ni el recuerdo.

«Era el jefe natural de la gente de su generación, el consolador de viudas, de divorciadas, de chicas jóvenes y menos jóvenes».

Y una vez catado el poder, Robert no solo no querrá moverse de él, sino que querrá ampliarlo, llevándole a constantes conflictos y cambios de bando en función de sus personales intereses para permanecer en el poder. Contando eso sí para lograrlo con los Catapila, que serán permanentemente extorsionados para conseguir dinero o bebidas con los que financiar las fiestas y eventos electorales en los que se ve a la fuerza envuelto.

Opinión personal

Lejos de ser casi un cuento como el relato anterior, nos vamos a encontrar en Los Catapila, esos ingratos una sátira del modo en que funciona la política en Costa de Marfil en pleno siglo XXI, donde lo de menos es la política y lo de más recoger las migajas, para unos, y las grandes prebendas, para otros, que supone estar en el poder.

Migajas en el caso de Robert, pero que para él son muy importantes, porque no hay nada más importante que aparentar y el prestigio que supone un cargo. De ahí que Robert convierta el chaqueteo en todo un arte político. Lo comparas luego con nuestros políticos y la política en España parece casi un juego de niños inocentes.

Todo ello contado de un modo muy divertido que hace que sin querernos cuenta nos bebamos de un trago un pedazo de la historia de un lugar que, para la mayoría de los españoles es totalmente desconocido. De ahí que sea tan recomendable esta novela.

Valoración: 8/10

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